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Columna de Opinión – Más Allá de la formalidad: Redefiniendo el Dresscode en la oficina.

He tenido la oportunidad de observar cómo evoluciona el entorno laboral y ver cómo nuestras necesidades y expectativas cambian con el tiempo es algo muy interesante de analizar. Uno de los aspectos más visibles en la oficina es el dresscode. A menudo se asocia la profesionalidad con la vestimenta formal, una camisa, corbata o simplemente una chaqueta, es muestra de formalidad respetable, pero… ¿realmente es así? la flexibilidad en este ámbito puede tener un impacto positivo en el bienestar y la productividad de nuestros empleados.

 

Al menos, en nuestra oficina central, existen una variedad de colores y estilos que día a día desfilan en nuestros compañeros y colaboradores, priorizando siempre la comodidad de ellos al estar haciendo sus deberes profesionales sin perder el foco que trabajan junto a nosotros por su talento y no por como visten. Además, como muchos podrían esperar, no solo se ve reflejado en ciertos perfiles profesionales, sino que abarcan a todos los colaboradores, desde los más administrativos, a los más técnicos o profesionales.

 

Yo que creo firmemente que la rigidez en el código de vestimenta pertenece a una era pasada. Valorar la comodidad y la individualidad tanto como la competencia profesional. La vestimenta cómoda no solo mejora el estado de ánimo de nuestros empleados, sino que también fomenta un ambiente de trabajo más relajado y creativo. La comodidad se traduce en mayor concentración y eficiencia, lo cual beneficia a la empresa en su conjunto.

 

Entendemos que ciertos estándares deben mantenerse para preservar una imagen profesional y respetuosa, o sea, tampoco puedes venir con pijama o con bata, por más que todos lo quisiéramos (me incluyo), asimismo en reuniones con clientes o eventos corporativos, sabemos que debemos mantener un estándar. Sin embargo, dentro del ambiente diario de la oficina, permitir una mayor libertad en la elección de vestimenta puede ser una excelente forma de demostrar confianza en nuestros empleados y de fomentar un sentido de pertenencia y autenticidad.

 

Es crucial destacar que el desempeño laboral NO está conectado directamente con la ropa que se usa. Hemos visto a empleados alcanzar logros significativos mientras vestían atuendos cómodos y casuales. La profesionalidad se manifiesta en la ética de trabajo, la dedicación y la habilidad para cumplir con los objetivos de la empresa, independientemente del tipo de ropa que se elija llevar.

 

En este sentido, tenemos que abogar al dresscode flexible que permita a nuestros empleados presentarse de manera cómoda y auténtica, siempre dentro de los parámetros del respeto y la decencia. La informalidad no tiene nada que ver con el profesionalismo. Es momento de reconocer que el talento y la competencia no se miden por la apariencia exterior, sino por la calidad del trabajo y el compromiso.

 

Al fomentar una cultura de flexibilidad y respeto, no solo mejoramos el bienestar de nuestros empleados, sino que también fortalecemos nuestra identidad como una empresa moderna, inclusiva y adaptada a los tiempos actuales. Mantengamos siempre presente que la verdadera profesionalidad reside en cómo desempeñamos nuestras funciones, no en cómo nos vestimos para hacerlo.

 

¿Qué opinan?

 

 


 

Pablo Godoy Cárdenas

Director de Comunicaciones y Medio

Grupo O2

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