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Columna de Opinión – De la Faena a la Familia: La nueva Jornada de 40 Horas

En las últimas décadas, hemos sido testigos de un cambio profundo en la manera en que entendemos y organizamos nuestro tiempo de trabajo. Con la implementación de la ley de las 40 horas en nuestro país, no solo estamos ajustando nuestras jornadas laborales, sino también replanteando la relación entre el trabajo y la vida personal. Este cambio, aunque aparentemente simple, tiene implicaciones significativas para sectores como la minería y la ingeniería, donde los trabajadores han estado tradicionalmente sujetos a largos turnos y horarios inflexibles y lejos de casa.

 

La ley de las 40 horas es una respuesta directa a un paradigma laboral que por años priorizó la productividad por encima del bienestar de los trabajadores. Hoy entendemos que un colaborador que logra balancear su vida personal con su trabajo no solo es más feliz, sino también más eficiente. Las empresas y los trabajadores hemos comenzado a reconocer que la verdadera productividad no se mide en horas pasadas frente a un escritorio o en una faena, sino en la calidad y el impacto del trabajo realizado.

 

Sin embargo, la implementación de esta normativa no es una tarea sencilla en todas las industrias. En el sector minero, por ejemplo, los turnos extensos y la lejanía de las faenas presentan un desafío particular para la adopción de una jornada laboral reducida. Lo mismo ocurre en el rubro de la ingeniería, donde los proyectos suelen tener plazos ajustados y requieren una dedicación intensa. A pesar de estas dificultades, en PROSIGA VFH y ORBE Ambiental & Legal nos hemos tenido que adaptar de forma genuina para poder ser parte de estos nuevos esquemas de trabajo, y para ser sinceros, me atrevo a decir que solo se ha significado resultados positivos.

 

Hace una semana, un estudio mostró que la generación Z, que vendrían siendo los jóvenes entre 19 a 28 años, estarían con poco interés en habitar laboralmente trabajados ligados a la minería, donde las razones principales a este poco interés está unido al cambio de paradigma que tienen los jóvenes de hoy, donde su preocupación principal a la hora de conseguir un trabajo, son principalmente la flexibilidad y el tiempo de calidad fuera de su horario laboral, incluso dejando de lado la prioridad de las buenas remuneraciones que se manejan en la industria de la minería. Con esto nos damos cuenta de que los trabajadores de hoy apuntan a otras preocupaciones y su horario es algo importantísimo.

 

Es evidente que la implementación de la jornada de 40 horas no es un fin en sí mismo, sino un paso en la dirección correcta hacia la humanización del trabajo, pero el reto ahora es continuar desarrollando políticas y prácticas que no solo respeten la ley, sino que también promuevan una integración saludable entre la vida laboral y personal. En este sentido, como trabajadores, hemos demostrado una gran capacidad de adaptación, ajustando nuestras rutinas y redefiniendo nuestras prioridades para lograr un equilibrio que antes parecía inalcanzable.

 

Al final del día, el objetivo no es simplemente trabajar menos, sino vivir mejor. Incorporar el horario laboral a nuestro ritmo de vida personal no solo es posible, sino necesario para construir un entorno en el que todos podamos prosperar.

 

La reducción de la jornada laboral a 40 horas es más que un ajuste normativo, es un reflejo de un cambio cultural hacia un mundo donde el trabajo se ajusta a la vida y no al revés. Como sociedad, hemos dado un paso significativo hacia un modelo de trabajo más humano y sostenible. Ahora, el desafío está en seguir avanzando, encontrando maneras innovadoras y efectivas para que este nuevo enfoque no solo se mantenga, sino que también florezca en cada rincón de nuestra vida laboral.

 

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Pablo Godoy Cárdenas

Gerente de Comunicaciones y Medios

Grupo o2

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